En su contrato de divorcio, Albert Einstein prometió a su primera esposa todas las ganancias si ganaba el Premio Nobel. Y 16 años después lo ganó.
El reconocimiento de Einstein, la búsqueda del prestigio, la fama y la admiración le alejaron de Mileva y sus hijos. Pero la verdadera naturaleza del deterioro de la relación entre ambos y el papel que debía representar Mileva como esposa del famoso científico queda bien reflejado en la carta subastada en 1996 y de la que se hizo eco la prensa. Su esposa, Mileva, para vivir con él debía cumplir estas condiciones:
A. Tendrás que encargarte de que:
1. Mi ropa esté siempre en orden
2. Se me sirvan tres comidas diarias en mi cuarto.
3. Mi dormitorio y mi estudio estén siempre en orden y de que nadie toque mi escritorio
B. Debes renunciar a todo tipo de relaciones personales conmigo, con excepción de aquellas requeridas para el mantenimiento de las apariencias sociales. No debes pedir que:
1. Me siente contigo en casa
2. Salga contigo o te lleve de viaje.
C. Debes comprometerte explícitamente a observar los siguientes puntos:
1. No debes esperar afecto de mi parte y no me reprocharás por ello.
2. Debes responder inmediatamente cuando te dirija la palabra.
3. Debes abandonar mi dormitorio y mi estudio en el acto
4. Prometerás no denigrarme cuando así te lo demande yo ante mis hijos, ya sea de palabra o de obra.”
Su vida sin Einstein
A los pocos meses de su llegada a Berlín, Mileva regresa sola con sus hijos a Zurich, aunque se resiste a concederle el divorcio cuando Einstein se lo solicita en 1916. Mientras, vive en una pensión con pocos recursos hasta que comenzó a dar clases particulares de música y matemáticas y pudo alquilar un apartamento y dar una vida digna a sus hijos. La guerra y la separación la debilitaron y enfermaron y a partir de este momento la depresión y la tristeza la acompañarán siempre. El divorcio llega en 1919 y pactan que si Einstein gana el Premio Nobel ella recibiría una parte, lo cual también ha sido subrayado como un elemento que, si no prueba, si afianza la posición de los que defienden la tesis de la relevancia de la colaboración de Mileva en las publicaciones de 1905.
Con el dinero pactado, que finalmente recibe tras la concesión a Einstein del galardón en 1921, compra un edificio de apartamentos en Zurich, ciudad en la que vivirá hasta su muerte ocupándose de sus hijos, en especial del menor, Eduard, que es diagnosticado de esquizofrenia y que sufre de brotes violentos que ponen en peligro la vida de Mileva. A pesar de ello, lo mantuvo en su casa y se ocupaba de él evitando su internamiento en centros psiquiátricos, aunque a veces ha de contratar a un guardaespaldas para que la proteja de sus ataques. Su hijo mayor, Hans Albert, estudió como sus padres en la escuela Politécnica de Zurich y tras casarse con una profesora alemana se trasladó a EEUU en 1937 donde trabajó como profesor en la universidad de California.
Mileva, tras un nuevo brote psicótico de su hijo, es ingresada por una crisis nerviosa y murió sola tras varias embolias en 1948. Siempre conservó su apellido Einstein y así figura en la inscripción de su tumba en el cementerio de Zurich. Un hecho que también interpretan como una reclamación silenciosa del valor su trabajo.
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